Si uno quisiera conocer un poco la historia de algunos cultivos alternativos en la región del NOA, José Raúl Ricci sería una fuente rica en conocimiento. A través del referente, se puede conocer de manera más certera lo que se ha hecho en la región con ese cultivo y con otros que permitieron al NOA ubicarse en una situación de cierto privilegio. Actualmente, trabaja en el sector privado, dedicado a investigar nichos de porotos y maíz para esta región.
Ricci comentó que entre 1968 y 1985 estuvo trabajando en la estación Experimental Agroindustrial Obispo Colombres (Eeaoc) junto a muchos técnicos, entre los que menciono a Ivo Graneros, que fue un técnico que le ayudo a aprender mucho.
Indicó que en 1978 empezaron los trabajos de investigación de legumbres en la Sub-estación de Benjamín Paz y en 1980 comenzó con los trabajos en el CIAT, ubicado en Colombia, con porotos de diferente tipo. A partir de 1981 se incorpora al grupo de trabajo de la Eeaoc, el ingeniero Vizgarra para afianzar la investigación en legumbres
“El primer poroto que logramos es el 241 y también obtuvimos el Tuc 27 como la primera variedad de poroto blanco, que terminó perdiéndose por no cuidar su pureza. Este trabajo, que apuntó a lograr nuevas variedades, es largo, ya que muchas veces se necesitan 15 años para lograr una variedad e inscribirla”, dijo el especialista.
Ricci actualmente se dedica a nichos de porotos y maíz, ya que los diferenciales, por producir este cultivo, se logran diferenciales que no se obtienen con los tradicionales.
Se trabaja con muchos porotos colorados con canela, cramberry, azuki y calima.
“Nos dedicamos con mi familia también a producir maíz blanco para locro, que se consume mucho, y maíz para harinas con la que se hace la sopa paraguaya. También con un maíz chico y duro para alimentación de los pájaros. En porotos y maíces, tenemos variedades propias que se usan en el mercado interno y para exportación, siendo mis hijos ingenieros agrónomos los que producen a escala estos productos”, explicó.
“Este rubro es difícil, ya que la propiedad intelectual no se la respeta como corresponde, y nuestro país es caro para producir. Ese contexto hace que el margen bruto que tenemos es cada vez menor”, añadió.
En Argentina, la producción de poroto no es fácil. A la vez, hay zonas nuevas que aparecen y otras dejan de ser propicias y se pierden.
El cultivo de poroto es sensible tanto a las altas como a las bajas temperaturas. Por eso, se lo siembra en una ventana ajustada: lo suficientemente tarde para evitar el calor excesivo, pero no tan tarde como para que las heladas afecten la fructificación y el llenado de grano. Esa es, en esencia, la dinámica de su producción.
“Me gustaría detenerme un poco en lo que está pasando con la producción de maní, que se ve un crecimiento en la región. Un ventaja de este cultivo es que hay muchos investigadores y una cámara que trabaja muy bien en toda la cadena. Eso tiene incidencia en el crecimiento del cultivo en la Argentina, el primer exportador de un maní de gran calidad y con los estándares que exige el mercado, como los residuos”, expresó Ricci.
El explicó que trabaja de manera distinta a las instituciones, en lo referente a investigación. “Primero, analizo materiales y manejo del cultivo. Una vez que estoy seguro del trabajo, registro todo por escrito. Siempre analizo que es lo que el consumidor quiere. A partir de ahí, encaro el servico”, acotó.
En este mundo los cambios son constantes y muchas veces cuesta la adaptación a esas variaciones. Pero hay que hacerlos y “estar siempre subidos al tren”, aconsejó”.
Siempre hay muchos proyectos para hacer, pero es necesario elegir, y eso muchas veces es esencial y elegir bien. En el mundo hay demanda de productos no transgénicos, por lo que producir en nichos es fundamental. “Debemos mirar hacia adelante: cuatro o cinco años en investigación. El mercado es mucho más grande de lo que uno cree, por lo que hay que analizar mucho, explotar esos nichos y hacerlos contactos directos con el mercado. Es fundamental la continuidad y la sanidad de lo que producimos”, finalizó Raúl Ricci, un referente de la tradición de ingenieros agrónomos y productores.